El día 3 de diciembre (¡justo un día después de mi cumpleaños!) presenté Concierto para orquesta invisible en La casa del libro, en Barcelona, en una presentación conjunta con el maravilloso Alejandro Molina Bravo y su no menos maravillosa novela Los días.
Nos la habíamos preparado muy bien. Quedamos un día en Madrid para desayunar y nos liamos a hablar sobre nuestras novelas, encontrando mil puntos en común y mil contrastes entre ellas. Luego fuimos a Barcelona y básicamente continuamos la conversación allí, con intervenciones por parte del público y un ambiente muy relajado y amigable. Fue interesante compartir impresiones con él y con los asistentes.
Los días y Concierto para orquesta invisible tienen muchas cosas en común. Para empezar, ambas novelas son cantos a la amistad, con protagonistas que se encuentran en un momento difícil de sus vidas, perdidos ("náufragos", los llamó Alejandro, y me encanta), pero que por suerte están rodeados de personas estupendas. A veces entendiéndolos perfectamente, a veces (la mayoría) desde la incomprensión, sus amigos y amigas les apoyan y les hacen saber que están allí para lo que sea, incluso aunque no puedan ayudarles en ese momento. Porque, aunque los que tienen el poder de mejorar su situación son ellos mismos, Albert (el protagonista de Los días) y Quim (el protagonista de Concierto para orquesta invisible), que uno sea el que tiene que dar el paso final para superar una situación no significa que lo tenga que hacer solo.
En Los días, vivimos con Albert los meses que estudia en el extranjero, primero en París, más tarde en México. Conocemos a las amistades que va haciendo y sufrimos con él por aquellas a las que pierde. Los días nos habla del paso del tiempo, de lo imprevisible de la vida y de lo increíble que es que el mundo siga girando después de que suceda algo terrible.
Concierto para orquesta invisible, por su parte, cuenta la historia de cuatro jóvenes que no tienen ni idea de cómo entrar en el mercado laboral en plena crisis financiera. Nunca se han planteado ser emprendedores, pero una de ellos hereda inesperadamente un teatro abandonado y, aunque todo el mundo les dice que es imposible, ¿cómo van a perder la oportunidad de revivirlo?
Es llamativo que tanto Alejandro como yo escribimos estas novelas en momentos difíciles de nuestras propias vidas (por razones muy distintas). En su caso, su novela, casi autobiográfica, canaliza ese momento hacia la literatura, plasmando tanto lo que sucedía como lo que le había llevado a ello. En mi caso, la novela, que en algún momento me han dicho que no puedo llamar "realista" porque suceden en ella cosas tan poco probables que parecen fantásticas, era más bien lo que a mí me hubiese gustado que pasase, una forma de huir de mi realidad. En cualquier caso, partiendo de la realidad o de la fantasía, ambas fueron válvulas de escape.
Otro de los puntos en común entre Los días y Concierto para orquesta invisible es que se presentan en ellas escenas de cuidados, ternura y delicadeza entre personajes masculinos. También destaca la importancia que le damos los dos a hacer personajes humanos, a que incluso los que describimos con apenas cuatro trazos parezcan viejos conocidos del lector. En esto Alejandro es especialmente bueno.
Fue un placer hacer esta presentación con él y espero volver a tener la oportunidad de hablar de sus obras. ¡Es un orgullo tener amigos que escriban tan bien!
Si te interesan estas novelas, puedes encontrarlas en la web de la editorial:
Ambas están también en Goodreads. Y tanto Alejandro como yo vivimos en Twitter, así que dinos algo si te apetece:
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